lunes, 5 de octubre de 2015

EL APÓSTOL ANDRÉS

EL APÓSTOL ANDRÉS
Por: samael aun weor

Otro apóstol bastante interesante (que cuenta para nosotros en este camino angosto, estrecho y difícil que llevamos), es Andrés.

Se dice que él, en Nicea, conjuró a siete demonios perversos y que los hizo aparecer (ante las multitudes) en forma de siete perros que huyeron despavoridos.

Mucho se ha hablado sobre Andrés, y no hay duda de que fue extraordinario, que estaba cargado de un gran poder.

La realidad es que Andrés, el gran Maestro, discípulo del Cristo, fue condenado a muerte y torturado.

La cruz de San Andrés nos invita a la reflexión: es una “X” (sí, una “X”).

Sus dos brazos, extendidos a derecha e izquierda, y sus dos piernas abiertas de lado y lado, forman “X”, y sobre esa “X” fue crucificado San Andrés.

Esa “X” es muy simbólica.

En griego equivale a una “K”, que nos recuerda al chrestos.

Incuestionablemente, fue magníficamente simbolizado el drama de Andrés por el gran monje Iniciado Bacón.

Este último, en su libro (el más extraordinario que ha escrito) denominado “El Azud”, pone una lámina en la que se ve, claramente, a un hombre muerto.

Sin embargo, éste trata como de levantar la cabeza, como de desperezarse, como de resucitar, mientras dos cuervos negros le van quitando sus carnes con el acerado pico.

El Alma y el Espíritu se alzan del cadáver, y esto viene a recordarnos la frase de todos los Iniciados, que dice: “LA CARNE ABANDONA LOS HUESOS”...

San Andrés, muriendo en una cruz en forma de “X”, nos está hablando precisamente de la desintegración del ego: que hay que reducirlo a polvareda cósmica, que hay que descuartizarlo.

“LA CARNE ABANDONA LOS HUESOS”...

Sólo así es posible que el Maestro Secreto (Hiram Abiff) resucite dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.

De lo contrario, sería imposible (en la Gran Obra debemos morir de instante en instante, de momento en momento).

samael aun weor




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